Pensar que todas las decisiones que toman otras personas tienen que ver con nosotros lo único que hace es lastimarnos. Nos tomamos de una forma personal muchas de las cosas que otros hacen y terminamos haciendo suposiciones sobre lo que otros están pensando sobre nosotros. Vemos las acciones de las personas que están cerca de nosotros y automáticamente empezamos a cuestionarnos sobre lo que hicimos mal y cómo fue que nosotros causamos lo que están haciendo.
Creo que de pronto necesitamos escuchar esta frase… “no eres el centro de mi universo” y la contraparte “no soy el centro de tu universo”. ¿Qué te dice esto? ¿Qué te hace pensar? Desde mi parecer, a veces estamos tan volcados en nuestro mundo y en el “yo”/ego que nos llevamos a pensar que todo lo que está pasando tiene que ver con nosotros.

Imagen por Eli DeFaria en Unsplash
¿Por qué pensamos que todo lo que los demás hacen o deciden tiene que ver con nosotros? Probablemente porque todas las decisiones que tomamos tienen que ver con lo que pasa en nuestro interior y lo transferimos a los demás pensando que es lo mismo.
Vemos la vida desde nuestro lente, todo lo que pasa lo estamos interpretando con la información que tenemos, pero resulta que la información que tenemos es muy limitada.
Las decisiones que los demás toman y las acciones que están realizando trascienden lo que nosotros estamos haciendo o lo que estamos poniendo afuera.
Antes de dejar que tu mente te lleve por este camino pensando lo que has hecho mal y cómo es que tú hiciste que la otra persona tomara esa decisión, date un momento para pausar y recordar que no eres el centro de su universo. Al decir esto me refiero a que no eres lo único que está pasando en su vida, hay muchas cosas sucediendo y muchos factores influyendo en sus decisiones.
“Date un momento para pausar y recordar que no eres el centro del universo de la otra persona.”
Hay tantos momentos en que nos culpamos y nos castigamos pensando que hemos hecho algo mal. Cuando esto sucede me parece que necesitamos prender una alerta, un foco rojo en nuestro interior y prestar atención a nuestro amor propio. ¿Por qué es que pensamos que hicimos algo mal? ¿Por qué es que tomamos toda la responsabilidad de lo que está sucediendo?
Ahora, no estoy diciendo que no tomemos las experiencias como una oportunidad de reflexionar y ver cómo es que podemos mejorar, qué es lo que dejamos de hacer y qué podemos hacer diferente en el futuro, pero no tomemos toda la responsabilidad de algo que realmente no nos corresponde.
Cuando vivas un momento de esos donde piensas que lo que otra persona está haciendo tiene que ver contigo toma un momento de pausa y piensa en todas las posibilidades que no alcanzas a ver.
Incluso te invito a que preguntes a las personas qué es lo que está pasando en su vida y por qué están tomando las decisiones que toman.
Habrá muchas personas que no sientan la confianza de abrirse y contarte las cosas de una forma transparente, pero conforme vas elevando tu apertura y conciencia también te encontrarás con personas más abiertas y transparentes.
Aún cuando no tienes la versión de la otra persona piensa en las posibilidades, piensa en todos los factores que pueden estar influyendo en sus decisiones y puedes hacer el ejercicio de “quitarte de la ecuación”. Esto quiere decir que por más involucrado que estés en lo que está pasando quítate de la ecuación y piensa en todos los otros factores que no tienen que ver contigo para reconocer el peso que tiene todo lo demás que está sucediendo en la vida de esa persona.

Imagen por Casey Horner en Unsplash
Hace poco estaba preparando un proyecto con una amiga muy querida. Estuvimos trabajando en él por varias semanas y, de pronto, ella se desapareció. Estuve buscándola por semanas y no tenía respuesta de ella. Es una amiga muy cercana que considero mi hermana y cuando le contaba a mi mamá lo que estaba pasando ella sólo se me quedaba viendo con mucha incertidumbre.
Conforme pasaban las semanas no supe nada de mi amiga y se acercaba la fecha en que tendríamos que accionar para que el plan se concretara, pero me di cuenta que esto no iba a suceder así que simplemente decidí soltarlo. Un poco tiempo después recibí una llamada de ella donde me contó que había pasado por procesos muy difíciles, entre ellos la pérdida de su abuela y la separación con su pareja.
Tuvimos una plática muy linda donde pudimos ponernos al corriente y cuando le conté a mi mamá estaba sorprendida. Recuerdo que me dijo “yo pensaba que ya no quería trabajar contigo”. A mí me quedó claro durante todo el proceso que esto iba más lejos y que el amor entre nosotros es sincero y verdadero. Como decía un mensaje que recibí de Laura Niño (entrenadora en Latinoamerica de la filosofía de Louise Hay) hace unos días y del cual platico en el podcast de la semana “a veces toca confiar en que somos amados; aún en el silencio, aún en la expectativa no cumplida, aún en la distancia… y que juntos recordemos que merecemos ser amados, sólo porque existimos”.
Cuando podemos recordar que no somos el centro del universo de los demás podremos aceptar los momentos difíciles que viven los demás y quitarnos el peso y la idea de que no somos amados. No perdamos de vista todo lo que está pasando en sus vidas y dejemos de tomar de forma personal lo que otros están haciendo, pues por más profundo que sea su amor hacia nosotros, somos sólo una parte de su universo.
“Por más profundo que sea su amor hacia nosotros, somos sólo una parte de su universo.”
Artículo escrito por José Carlos Martínez, fundador de Norte Verdadero.

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